Por entre unas matas, seguido de perros, no diré corría, volaba un conejo. De su madriguera salió un compañero y le dijo: «Tente, amigo, ¿qué es esto?» «¿Qué ha de ser?», responde; «sin aliento llego...; dos pícaros galgos me vienen siguiendo». «Sí», replica el otro, «por allí los veo, pero no son galgos». «¿Pues qué son?» «Podencos.» |
«¿Qué? ¿podencos dices? Sí, como mi abuelo. Galgos y muy galgos; bien vistos los tengo.» «Son podencos, vaya, que no entiendes de eso.» «Son galgos, te digo.» «Digo que podencos.» En esta disputa llegando los perros, pillan descuidados a mis dos conejos. Los que por cuestiones de poco momento dejan lo que importa, llévense este ejemplo. |
Fábula de Tomás de Iriarte (1750-1791)
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